El ágora griega era punto de encuentro, pero también un sitio donde la gente sólo se preocupaba de comentar las últimas novedades. Por eso, quizá lo importante no es sólo que estamos hablando. Tenemos que fijarnos también en el contenido y la calidad de las conversaciones.
En la misma línea, se puede decir que en la red hay un debate político. Pero ¿contribuye ese debate a crear la comunidad política que soñamos? Observamos que, a menudo, las "conversaciones" están lejos del verdadero diálogo. "Influyentes", activistas y exaltados dominan el discurso público, mientras voces valiosas quedan marginadas. Los debates serios que necesitamos quedan aparcados y son víctimas de personas beligerantes que usan los medios digitales como altavoces.
El efecto de estos cambios en la política ha sido notable: los medios digitales movilizan protestas y contribuyen a cambios políticos. Ahora bien, este debate ¿conseguirá acercarnos? ¿O nos separa cada vez más? Debemos seguir cuidando la comunidad, que nunca es un juego de suma cero. Hay que empezar por reconocer y respetar "al otro". Si el único empeño es la destrucción del "oponente", no habrá comunidad.
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