1. Las relaciones de trabajo mejoran. Llamar a las personas por su nombre es mejor que considerarlas como "la oposición". Suprimir la etiqueta "cliente" facilita la empatía y las relaciones.
2. La comunicación se hace más clara. Los anunciantes emplean personas con diferentes funciones y experiencia. Decir que el "cliente" no está satisfecho no ayuda porque no se sabe de dónde viene el feedback. Saber quién está hablando (con nombre y apellidos) facilita la respuesta.
3. Impulso de la creatividad. Los "clientes" no son el enemigo de las ideas. En la época de "Mad Men" daban un briefing y las agencias volvían para presentar el anuncio. Ahora el clima es más "colaborativo". Las ideas de los "clientes" son necesarias: hay una conversación de verdad que deja "egos" al margen para lograr metas comunes.
4. La cultura también mejora. Los entornos negativos son tóxicos para la creatividad y la comunicación. Evitar la palabra "cliente" ayuda a crear una cultura de respeto, comprensión mutua y apertura mental. La calidad de las relaciones entre las personas sube otro peldaño.
Cada agencia es distinta, pero Boiler piensa que este cambio mental beneficia a todas: todas precisan creatividad y relaciones duraderas con "clientes" y audiencias. La verdad es que no podemos estar más de acuerdo. Es otro ejemplo de la necesidad de humanizar la gestión, el marketing y la comunicación.
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