
Fue un político de miras altas, pero también astuto y capaz, con un sentido del "timing" impresionante. Pero quizá lo más llamativo es cómo forjó relaciones de trabajo con supuestos "enemigos", dentro y fuera de su partido; grandes personalidades como Seward, Bates, Chase o Stanton, las piezas clave de su "gobierno de rivales". Ninguno tenía buen concepto de Lincoln. Pero él conocía sus cualidades y los integró en su equipo, ganándolos con paciencia para su causa. Para lograrlo tuvo que pasar por alto con elegancia ofensas, rencores y desacuerdos. Un buen ejemplo para directivos y personas interesadas en alcanzar grandes metas trabajando en equipo con muchas otras personas.
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