Sutton considera que hay cierta "tensión" entre no imponerse e imponerse demasiado. Los que se imponen mucho, intimidan y ponen en peligro el ambiente; los poco exigentes no logran las metas ambiciosas que permiten entusiasmar.
Por eso, los buenos jefes son "moderadamente exigentes". Este equilibrio parece crucial: algunos estudios lo sitúan entre las cualidades más valiosas de los directivos, por encima del carisma o la inteligencia. La flexibilidad y la competencia social ayudan a no ser amenazadores o "micro-gestores". Un arte delicado que los directivos deben aprender: la época de los "dictadores" ha pasado ya, pero, al mismo tiempo, un líder necesita carácter.
En las organizaciones efectivas la gente discute y se "pelea". El jefe no debe impedirlo. Al revés, parte de su tarea consiste en crear las condiciones para que "pelearse" sea seguro.
MÁS EN:
http://c4ebooks.blogspot.com.es/2010/09/jefes-buenos-y-malos.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario