23 noviembre 2012

Telecinco reabre el caso "La Noria"

El caso “La Noria” fue un hito del agotamiento del «modelo de negocio del todo vale» que seguimos de cerca. 
No era la primera vez que se iniciaba un boicot contra un programa. Pero lo sorprendente de este caso fue la eficacia de las críticas. Las redes sociales lograron en pocos días más que las asociaciones de telespectadores en décadas.
Telecinco ha reabierto el caso demandando al bloguero que inició el debate en 2011. De este modo, pone en entredicho las decisiones empresariales que tomó hace un año “blanqueando” su programación. Rescata así una polémica que algunos habían olvidado. Y no queda muy bien que una empresa que ganará este año más de 50 millones de euros pida una indemnización a un bloguero. 
En juego no sólo está el debate promovido por un bloguero sino también la posibilidad de respuesta de la sociedad civil ante los contenidos. El público tiene mucho que decir sobre televisión. No tiene porqué aceptarlo todo. Twitter, Facebook y los blogs movilizan a la gente y despiertan el interés de los medios de modo que los anunciantes deben reaccionar. Es otro efecto saludable de la "TV social".
La justificación de la “telebasura” era el share y la publicidad. El razonamiento era más o menos así: ya se sabe que es mala televisión, pero a la gente le gusta y los anunciantes responden. El éxito de audiencias y, sobre todo, de publicidad, de este tipo de programas parecía indiscutible. El caso “La Noria” es paradigmático: ha supuesto un punto de inflexión, con evidentes beneficios para públicos, cadenas, calidad de los contenidos y publicidad. 
Algunos dirán que Telecinco es el líder de audiencia y que ya les va bien. Pero como cualquier otra marca, las cadenas de televisión no sólo necesitan notoriedad y audiencia. Les hace falta también prestigio e imagen.
"La Noria" pertenecía al pasado. Ahora vuelve a la actualidad. Aunque lo ocurrido no es buena noticia para nadie, el debate planteado es saludable. Ojalá Telecinco sepa rectificar, leyendo sabiamente la reacción de públicos y medios. ¿Tan difícil es pedir perdón?

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