La innovación tiene que ver con la ilusión y el optimismo. Las empresas han cambiado con frecuencia el talento por los horarios, la seguridad, y la presión por acomodarse a las expectativas.
Sin embargo, sería interesante comportarse como los "artistas" que desarrollan libremente su pasión. Los que con su trabajo y entusiasmo van más allá de lo necesario, se convierten en referencia. Y su recompensa es mayor libertad y satisfacción en el trabajo.
En un mercado laboral con poco empleo y salarios estancados, los optimistas tienen más futuro. Construir sobre lo positivo resulta vital para salir a flote. El sentido del humor y el optimismo permiten “jugar” con ideas, considerar nuevas posibilidades y desafiar convenciones. Por otra parte, son bien conocidas las propiedades “curativas” de la alegría y el optimismo.
Interesa apostar por finales felices y "vasos medio llenos". Los pesimistas piensan que los problemas duran mucho tiempo y amenazan el futuro. Se sienten abandonados. Los optimistas, por el contrario, piensan que la derrota es siempre provisional, un reto que no les hunde. La resistencia a la frustración es una cualidad destacada de los innovadores. El pesimismo, en cambio, penaliza la innovación: los pesimistas lesionan la moral y el ambiente.
Aunque siempre hay razones para el pesimismo, los optimistas producen más, trabajan más a gusto, crean buen ambiente a su alrededor y causan menos problemas. Los innovadores vuelven a intentarlo. No debemos dejarnos atrapar por lo que sucedió hace cinco años. Conviene analizar fracasos y precedentes, pero a veces un nuevo intento vale la pena. Se ha dicho que los pesimistas tienen razón, pero los optimistas cambian el mundo.
Algunos acusan a los optimistas de ingenuos. Pero el optimismo se basa en razones sólidas. Los que en lugar de ver la “botella medio vacía” cultivan activamente el optimismo, tienen más energía y recursos para progresar. Y siempre estás mucho más a gusto a su lado.
Sin embargo, sería interesante comportarse como los "artistas" que desarrollan libremente su pasión. Los que con su trabajo y entusiasmo van más allá de lo necesario, se convierten en referencia. Y su recompensa es mayor libertad y satisfacción en el trabajo.
En un mercado laboral con poco empleo y salarios estancados, los optimistas tienen más futuro. Construir sobre lo positivo resulta vital para salir a flote. El sentido del humor y el optimismo permiten “jugar” con ideas, considerar nuevas posibilidades y desafiar convenciones. Por otra parte, son bien conocidas las propiedades “curativas” de la alegría y el optimismo.
Interesa apostar por finales felices y "vasos medio llenos". Los pesimistas piensan que los problemas duran mucho tiempo y amenazan el futuro. Se sienten abandonados. Los optimistas, por el contrario, piensan que la derrota es siempre provisional, un reto que no les hunde. La resistencia a la frustración es una cualidad destacada de los innovadores. El pesimismo, en cambio, penaliza la innovación: los pesimistas lesionan la moral y el ambiente.
Aunque siempre hay razones para el pesimismo, los optimistas producen más, trabajan más a gusto, crean buen ambiente a su alrededor y causan menos problemas. Los innovadores vuelven a intentarlo. No debemos dejarnos atrapar por lo que sucedió hace cinco años. Conviene analizar fracasos y precedentes, pero a veces un nuevo intento vale la pena. Se ha dicho que los pesimistas tienen razón, pero los optimistas cambian el mundo.
Algunos acusan a los optimistas de ingenuos. Pero el optimismo se basa en razones sólidas. Los que en lugar de ver la “botella medio vacía” cultivan activamente el optimismo, tienen más energía y recursos para progresar. Y siempre estás mucho más a gusto a su lado.
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