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La incapacidad para escuchar de los públicos preocupa a los que se dedican a la formación y a la comunicación. La cercanía de noticias, entretenimiento y juegos provoca distracciones y empuja a la
gratificación instantánea con sus secuelas de adicción, hiperactividad, falta de concentración, etc. Los que quieren transmitir ideas se encuentran ante su peor pesadilla: nadie les escucha. Competir con el iPhone y otros "smartphones", con Whatsapp, YouTube, Facebook o Twitter parece
misión imposible.
Tradicionalmente, la formación se basaba en transmitir ideas de modo unidireccional. Pero además de aportar conocimiento hay que lograr la atención, bien escaso y precario. Y es que la regla nº 1 de la comunicación es conocer el público...Al fin y al cabo, la comunicación no es sobre qué piensas tú, sino sobre qué entienden los demás. Tampoco en esto hemos cambiado.
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