Nos "enredamos" fácilmente en la propia situación. Estamos enfadados y respondemos con enfado. Estamos frustrados y respondemos con frustración. Es lógico, pero no es eficaz.
En lugar de "reaccionar" deberíamos preguntarnos: ¿qué les pasa a mis interlocutores? Y a continuación, ¿qué puedo hacer o decir para ayudar?
Cuando te centras en las necesidades de los demás evitas que te dominen las emociones y encuentras modos de ayudar. Y, además, consigues mejor lo que buscas.
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