Pero el marketing ayuda también a adquirir las cualidades del buen vendedor, que conoce su audiencia y sabe anticiparse a sus necesidades. En el marketing se sabe que no se puede olvidar a las personas durante 3 años. El marketing recuerda que hablamos para diversos públicos; que "el café para todos" ya no va a funcionar.
En el marketing se sabe que una marca tarda tiempo en construirse. Por eso, hace un esfuerzo por planificar. Pone énfasis en la investigación como método de trabajo. Si sólo se piensa en 4 años, es imposible construir un gran proyecto. Algunos de los grandes problemas de nuestra sociedad (como el paro juvenil, el envejecimiento de la población, la emergencia educativa o la corrupción) implican acuerdos que superan el marco de las legislaturas y los partidos. Pero es que además, el propio marketing ha ido superando "el mito de la cuota de mercado". Ver los competidores como "enemigos" es una manera antigua de entender los mercados (y, en general, la sociedad). De hecho, hay personas e instituciones que, con ideas innovadoras e ideales transformadores, crean espacios nuevos y salen de la lógica empobrecedora del "nicho".
El mayor problema de la política actual es la falta de ideas con calado, personas honestas y soluciones prácticas que no sean partidistas. En cambio, las grandes marcas se sustentan en torno a grandes ideas. Por eso, el marketing puede ser valioso para la política, y no precisamente en el sentido de “vender” nuestros políticos "como se venden las marcas". ¡Que vuelvan las grandes ideas y los grandes líderes, por favor! Los necesitamos. A lo mejor, después de todo, el marketing puede ayudarnos.
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