Que un anunciante como Chrysler, al borde de la bancarrota y con vida gracias al dinero público, decida gastar 3 millones de dólares en un anuncio de 30 segundos en la Super Bowl, no deja de ser una cuestión polémica. Quienes sospechan de la publicidad, lo consideran un dispendio (y un insulto a los ciudadanos que con sus impuestos mantienen a Chrysler vivo); los defensores de la publicidad , alaban el atrevimiento de invertir en márketing, necesario para salir del bache. Un debate sobre la utilidad, la eficacia y la rentabilidad de la publicidad especialmente sano en estos momentos de reformulación del papel del márketing en la economía.
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