Porque los anunciantes sólo compran lo que no pueden hacer por sí mismos, y las agencias tendrán sentido si ofrecen precisamente aquello que el cliente no alcanza a conseguir. Un planteamiento desafiante, pero útil; especialmente en estos tiempos donde se diluyen las fronteras entre las aportaciones de anunciante y agencia. El artículo, desde luego, merece la pena; que, además, viene ilustrado de modo gráfico y enriquecido por los (abundantes) comentarios de los lectores.
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