En abril de 2010, Apple empieza a comercializar el iPad, su visión personal de las tablets. Si hacemos un poco de uso de nuestra memoria, recordaremos que las tabletas en 2010 no eran un producto nuevo, muchas fabricantes de ordenadores habían desarrollado su propia versión, pero con escaso éxito comercial. De modo que se llegó a pensar que este producto no aportaba valor a los usuarios, que la gente siempre iba a preferir usar un ordenador portátil o los entonces llamados netbooks. Si regresamos al presente, veremos que las tablets son imprescindibles en nuestro día a día, mientras que ya nos acordamos de los netbooks.
A principios de 2015 se podrá adquirir la última creación de la empresa de la manzana: el Apple Watch. Nuevamente se presentan un gran número de interrogantes:
¿Se repetirá el mismo fenómeno que ya tuvo lugar con el iPhone y iPad?
¿Pueden los relojes inteligentes (smartwatches) aportar un valor real al consumidor o estamos, en está ocasión, asistiendo a una moda pasajera?
¿En el 2018 llevaremos todos un reloj digital o está categoría de producto será para un nicho de mercado muy concreto y pequeño?
No me parece demasiado arriesgado afirmar que el Apple Watch va a definir las bases de esta nueva categoría de producto y que pronto tendrá la mayor cuota de mercado de los relojes inteligentes. Estamos ante un producto que alcanzara cierta aceptación entre los frikis de la tecnología o los aficionados al mundo del deporte y la salud (para registrar cada uno de sus movimientos). No obstante, tengo mis dudas sobre si todos acabaremos portando un smartwatch en nuestra muñeca de la misma manera que hoy todos llevamos un smartphone en el bolsillo.
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