Con frecuencia, académicos, reguladores y otros actores de la vida pública muestran su preocupación por las "disfunciones" que resultan de los medios. Dicen que provocan efectos nocivos en las personas; que vemos demasiada televisión; utilizamos sin medida videojuegos, o realizamos un consumo inadecuado de internet, los "smartphones" o las redes sociales. Según esta narrativa, la televisión provoca conductas anti-sociales; la radio crispa, Internet aisla...En definitiva, el "consumo de medios" se trata como una cuestión patológica.
Sin embargo, los medios acercan. Independientemente de sus "efectos colaterales" la comunicación nos une y gracias a los medios estamos más cerca. El "consumo de medios" es una oportunidad de construir comunidad, no una patología. La tecnología ayuda a mejorar la capacidad de relación social y favorece la comunión, como en la célebre imagen de Miguel Angel en la Capilla Sixtina (que, por cierto, evoca inmediatamente la "comunicación digital").
Es verdad que incluso de la cercanía se pueden seguir consecuencias negativas como la violencia, u otras más sutiles pero igualmente peligrosas, como la insensibilidad ante el dolor o las necesidades de los demás. Pero aunque se trate de efectos llamativos de la comunicación, ni se dan necesariamente ni son los más frecuentes. Al contrario: la solidaridad que resulta del conocimiento mutuo disuelve el anonimato y aumenta la empatía que, en mayor o menor medida, resultan de la comunicación, incluida la mediática.
Lo que hoy se llama "user-generated content", el avance de la “blogosfera”, los medios sociales, el conocimiento del público o el marketing relacional son nuevos episodios de huida del anonimato, de la búsqueda de una comunicación que vaya más allá del mero contacto.
Algunas investigaciones sobre el consumo de medios entre los más jóvenes ponen de relieve que su objetivo principal, por encima del acceso a ciertos contenidos, es la relación con otros. Los medios de comunicación se convierten en medios de relación. Los más interactivos tienden a imponerse sobre los más pasivos.
La comunicación produce la integración, no la fractura; la empatía, no el anonimato; la comunidad, no el aislamiento. Las TIC no anulan ese modo de ser. Más bien sucede todo lo contrario, la potencian. Lo seguiremos investigando.
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