La idea de la casa común remite a un concepto precioso que nos toca de lleno: el concepto de comunidad. Comunicación y comunidad son dos caras de la misma moneda. De hecho, ver cómo los medios pueden acercar a las personas nos maravilla y nos asombra.
Sin embargo, vivimos en sociedades partidistas, divididas e ideologizadas. Hay quién insiste en ver el mundo como un lugar lleno de rivales, "competidores" y "enemigos" (imaginarios o reales). Nos olvidamos de que formamos parte de una sociedad. De que estamos en el mismo barco y vamos al mismo puerto. A veces carecemos de la generosidad y la apertura de miras necesaria para reconocer el mérito de otros y buscar puntos de encuentro. De hecho, el desencuentro afecta a todo tipo de organizaciones, no sólo a las políticas. ¿Qué queda del respeto e incluso, a veces, la admiración, que debemos tener por los que no piensan como nosotros? Como ha escrito el gran líder global del momento, el Papa Francisco: “A menudo sucumbimos víctimas de actitudes que no nos permiten dialogar: la prepotencia, no saber escuchar, la descalificación previa”. El que quiera construir la sociedad, deberá dejar de ver en el otro un mal que hay que "eliminar".
Las mejores soluciones son soluciones con las que todos ganan, porque la comunicación desencadena un círculo virtuoso. Ya no se trata sólo de qué piensas tú o qué pienso yo, sino del bien común, al que conviene sacrificar el interés personal. Por el contrario, cuando cada uno busca sólo su propio interés, las relaciones se complican y el futuro se oscurece. A veces no se comprende que el diálogo y la búsqueda de la unidad no son utopías de ingenuos e idealistas, sino las soluciones más prácticas, razonables y humanas.
Para que la sociedad funcione resulta necesario que mujeres y hombres razonables y capaces se tomen el tiempo necesario para debatir cuestiones complejas en una atmósfera de mutua comprensión, que permite el intercambio de las informaciones y busca soluciones, en un clima de amistad. Una comunidad de personas diversas, pero que sienten respeto y admiración unos por otros y coinciden en el afán de mejorar e ir siempre a más.
Y esa es precisamente también la misión de los medios, la comunicación y la Política: recordarnos que hay una comunidad. Que, de hecho, estamos cerca unos de otros. Que de manera tan misteriosa como real, estamos en el mismo barco. Son ideales que pueden parecer elevados, pero es que las profesiones de la comunicación y la Política lo son. ¿Quién se apunta a pensar en el bien común?
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