"How to Kill Creativity" es el título de un artículo clásico de Teresa Amabile en Harvard Business Review (1998). No es que los directivos estén en contra
de la creatividad por definición, pero con frecuencia el talento encuentra dificultades. Las dificultades se ponen en nombre de
objetivos tan nobles como la coordinación, la productividad o el
control. Pero, en realidad, las nuevas ideas son como la sangre de una
organización. Si se mata la creatividad, se pierde la energía y el compromiso
con la misión empresarial de las personas.
Hay diversas maneras de poner el talento en aprietos. Una
es no asignar a las personas las misiones que les permiten desarrollar sus
conocimientos y despiertan su motivación intrínseca. Conocer el talento de que
se dispone es vital. De hecho, conocer las personas y ponerlas en su lugar es,
posiblemente, la principal tarea del directivo.
Otra manera de dificultar el desarrollo del talento
es crear grupos demasiado homogéneos. Nada se alcanza sin trabajo
en equipo y conviene formar equipos diversos. Se hace necesario asegurar la
variedad. En los grupos homogéneos se producen menos tensiones, el acuerdo es
más rápido y hay menos fricción. Pero, lamentablemente, los conocimientos y la
creatividad no se realzan.
El talento topa también con problemas porque
algunos directivos no comprenden que es inseguro y necesita
confirmación. Los creativos se encuentran con frecuencia, y de manera muy
subjetiva, al borde del precipicio. Es necesaria la "supervisión animante” por
parte de los directivos. Para sostener el entusiasmo y la ilusión, la mayoría
de las personas necesitan darse cuenta de que su trabajo importa a la empresa o
institución.
No hay comentarios:
Publicar un comentario