El problema es que no nos podamos permitir la inacción. Con menos recursos, será necesario hacer sacrificios, pero también invertir en lo importante, marcando claramente prioridades. Una de ellas es la formación: de la buena formación surgen las ideas, que son como la sangre que corre por las venas de las organizaciones.
No podemos quedar paralizados por la crisis. No podremos gastar en algunas cosas. Pero deberemos invertir audazmente en otras. El peligro de no hacer nada es demasiado grande.
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