Se siguen comentando las filtraciones de
Wikileaks y sus consecuencias. Más allá de los secretos de estado y el derecho de las audiencias a estar informadas, marcas, gobiernos e instituciones, aprenden nuevamente una lección: si no quieres que algo se publique, no lo escribas. Vivimos en pleno efecto "casa de cristal", las fronteras entre comunicación interna y externa son difusas, y la transparencia en las organizaciones ya no es opcional.
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